Asumir lo que seremos
Asumir por acto consiguiente el mismo desierto del que hemos intentado escapar, no lo convierte necesariamente en nuestro oasis; y hoy que estamos cruzando el desierto sin chistar, las voces melancolicas del tiempo nos parecen mejores opciones. Y ahi vamos de nuevo vagando sin resistencia, navegando entre los granulos mas deseados mirando animales de fantasia, como si fueran reales, como si existieran en realidad, y no fueran grandes monticulos de sal apagados de las lagrimas que fuimos derramando
Asumir por acto consiguiente el mismo mar en el que antes nos estabamos ahogando, no lo convierte necesariamente en nuestra agua para beber; y hoy que estamos llegando hasta el fondo, los corales nos parecen piedras y los peces de colores son solo huesos blanquecinos sin vida, cuya chispa desaparecida nos va hundiendo mas y mas, y ahi estamos quedandonos sin oxigeno, divariando, muriendo cada vez mas, por un poco de oxigeno, que ni nosotros creemos que nos podra salvar
Asumir por acto consiguiente el mismo fuego que antes nos consumía, no lo convierte en calor que abriga; y hoy que nos quedamos en sus brasas como si fueran alfombras suaves, nos sorprendemos de las heridas, del humo que ciega, de las cenizas que llevamos dentro sin saberlo.
Y ahí estamos… quietos, ardiendo despacio, sin gritar.
Porque ya no queremos más gritos, más intentos, más naufragios en nombre del amor. Solo queremos silencio. Un silencio que no duela. Una tierra que no queme. Un aire que no huya.
Quizás algún día…
ya no el desierto, ni el mar, ni el fuego.
Quizás algún día —nosotros—
seremos el oasis.
El agua.
La chispa.
La orilla.
La paz.
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