A la dama que yo ame

A la dama que yo ame, a la muñeca de porcelana que vi en el aparador alguna vez, a la ninfa de los bosques que danzaba mientras el pintor quedaba estupefacto, a la inspiradora historia llena de melancolía y algo de romance que tuvimos que vivir; a esa dama le pido clemencia, que perdone mis pecados delante de la ira de Dios, que reclame por haberla perdido y siga pidiendo la felicidad que ansia su corazón, que me golpee con la fuerza de su tristeza, para que así yo sienta lo que ella sintió, para que mi rodillas queden raspadas, por el suelo que tanto tiempo tuve que arrastrarme

A la dama que yo ame, a la luna en la oscuridad que guiaba mis pasos, a la estrella en el firmamento mas brillante que cualquier otra, a la dulce agua de manantial a la que el sediento vuelve cuando tiene sed; a esa dama le pido clemencia, por toda historia rota que tuve para así, que me clave las armas de su melancolía, para que yo sienta lo que ella sintió, que me golpee con el látigo de la indiferencia, para que asi yo entienda los errores que con ella cometí.

A la dama que yo ame, a la dulce vela que iluminaba toda oscuridad, a la pequeña niña que dormida se quedaba esperando la navidad, a la mujer perfecta en cual regazo muchos querrían reposar; a esa dama le pido clemencia, por todo lo acontecido entre los años de mi pesar, por todo el amor sentido y el arrepentimiento a la hora del amar, que me asesine con sus propias manos y que me vea sangrar, para que yo entienda el peso de sus heridas, por las que ella tuvo que pasar gracias a mi causa, que me haga trizas con su tristeza, para que yo llore las lagrimas que ella tuvo que llorar

A la dama que yo ame, le pido solo que sea y siga siendo la misma, que cambie y se haga mas fuerte en los días venideros, que sea la misma niña, joven, mujer, madre y algún día abuela que yo ame, que sea la dama que yo ame, que sea la dama que yo sigo amando, y que siga siendo la dama que yo amare