Con el alma en la mano
Llevamos tiempo marchando entre nuestros caminos con el alma en la mano, sosteniéndola cada vez que se presenta una nueva batalla, blandiendo la espada de la fe y usando el alma como escudo, como si fuera a protegernos del desamor, como si fuera a protegernos de la maldad y la deshonra, como si se tratara de escudarnos detrás de algo que de verdad fuera tan poco valioso.
Llevamos tiempo marchando entre nuestros caminos con el alma en la mano, usándola como abrigo para protegernos de esa tormenta que acaba de suceder, mirando con ternura cada vez que encima de nosotros sentimos su propia calidez, como si no se mojara, como si fuera tan fácil secarla, como si fuera un estropajo mas que nos cuida cada vez que llega la desolación para secar las lagrimas, como si se tratara de algo impermeable
Llevamos tiempo marchando entre nuestros caminos con el alma en la mano, usándola de luz para guiar el camino cuando nos hemos perdido, usándola como faro para poder llevar el barco de nuestro corazón a un buen puerto, como si fuera una luz que no se agota de tanto usarla, como si fuera una ampolleta tan difícil de quebrar, como si fuera una guía, un gurú, un mentor o un profesor, como si se tratara de algo luminiscente
Hey! Aquí estamos!, los que usamos el alma como escudo, como abrigo o como una luz para nuestros días, si aquí estamos, cansados de usarla y entregarla cada día, se nos ha oxidado de tanto protegernos, se nos ha mojado que ahora se deshace por tanto abrigarnos, se nos ha fundido la luz de tanto usarla para iluminarnos. Y cada cierto tiempo se nos pierde, se nos va de viaje, se va y vuelve tranquila, inquieta, hemos decidido quedarnos cada cierto tiempo con el alma rota.
Porque el corazón entiende que usemos el alma, porque nuestra mente entiende que usemos el alma, porque de otra manera no existe el alma, porque cada vez que estamos leyendo poesia, escuchando una canción que nos destroza, que estamos mirando algún paisaje a lo lejos, mirando las sonrisas de aquellos, reviviendo recuerdos, añorando momentos, llorando, riendo, soñando y tal vez lamentando; cada una de esas veces, estamos marchando con el alma en la mano y no deseo que sea de otra manera, pues en cada latido hay un soplo del alma, en cada respiro hay un soplo del alma y por mientras pueda, seguiremos así, porque no hay mejor locura ni cordura, que estar con el alma en la mano.
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